El recorrido de ayer fue un tanto “sui generis“. Partí de Tudela a las 19:30 horas hacia el hipermercado Eroski pero por el camino que transcurre paralelo a la autovía que une Logroño con Zaragoza. En el Eroski tomé rumbo hacia Fontellas y una vez atravesada la localidad pasando por el polideportivo, tomé el carril bici que lleva hasta el término del Bocal. En este término varias personas aprovechaban para pasear. Quise hacer algunas fotos con el móvil a la altura de la casa de compuertas para documentar la entrada, pero estaba bajo de batería y no me lo permitió (que “jodios” son estos aparatos).
Dejado atrás el Bocal y por un sendero estrechísimo en el que tuve que poner pie a tierra (la vegetación es abundante) retomé de nuevo el camino que conduce a Tudela. En este tramo, la marcha transcurre paralela al río Ebro durante 7 kms. dejando el río a la derecha de la marcha. En el horizonte se divisan los aerogeneradores de la carretera Cabanillas. Un poco antes de llegar a Tudela, algún corredor hacía footing. Es un buen lugar para correr. Sin apenas tráfico y con el camino en buenas condiciones. Además las vistas son magnificas con huertos a un lado y el Ebro al otro, por no hablar del entorno de la presa, donde si te paras un momento, puedes observar el trajín de las aves sobrevolando por este tranquilo rincón.
La entrada en Tudela se realiza por el Paseo del Prado. En dicho paseo recientemente estaban dispuestas las ferias de las fiestas. Seguí camino hacia la Mejana. También en este lugar había varias personas paseando. Llegué hasta el edificio de la Escuela Taller y allí cogí la carretera que enlaza Tudela con la Ebroquímica. En la ermita del Cristo, abandoné dicha carretera para subir por la Cuesta de los Labradores y llegar al barrio de la Virgen de la Cabeza. Desde allí tomé rumbo hacia el vial de Merindades.
A mitad de camino, en el entorno del parque fluvial del Queiles, me desvié hacia la derecha. Quería llegar atravesando el puente sobre la autovía (Logroño-Zaragoza), a las inmediaciones del Hospital. Pero cogí un camino equivocado en este primer intento y tuve que poner pié a tierra. Un señor paseaba con su perro por un campo yermo. Ante lo insólito de la situación, paré para charlar un rato. El me indicó por donde debía ir. Atravesé una pequeña acequia por unos tablones de madera y retomé el camino hacia el que quería ir en un principio. Antes de eso, una avispa clavó su aguijón en mi pierna izquierda. Nada importante.
A esas horas el sol se ponía poco a poco en el horizonte (en la distancia se vislumbraba Murchante) y ofrecía un magnífico espectáculo de tonos amarillos y anaranjados. Recorrí los huertos que quedan a las faldas del hospital de Tudela, y por un sendero en el que sorprendí a un ave de mediana dimensión (salió volando) llegué hasta la balsa. Un poco más adelante, se encuentra la carretera que une Tudela con Tarazona. Atravesé a pie la carretera hasta alcanzar el camino que transcurre paralelo al Canal de Lodosa. En esta zona, no es difícil ver conejos corriendo de un lado para otro. Sin embargo ayer , no vi ninguno. Alcance la vía verde del Tarazonica punto que me servía de regreso a casa. Dos corredores hacían ejercicio a la altura del puente que cruza con la carretera que lleva al Eroski.
En total una hora y 55 minutos con dos paradas. Estimo unos 25-26 kilómetros aunque quizás me pueda equivocar.