lunes, 1 de abril de 2013

Celia es nombre de Ángel.


Publicado por Diario de Noticias.



MILES DE PERSONAS ASISTIERON A LA ANCESTRAL CEREMONIA DE TUDELA, QUE POR SEGUNDA VEZ EN LA HISTORIA PROTAGONIZÓ UNA NIÑA
TUDELA, NIEVES ARIGITA - Lunes, 1 de Abril de 2013 - Actualizado a las 05:06h
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  • Celia de Vega regresa al templete sujetando el velo de luto con la boca.
  • Los protagonistas de años anteriores, junto a Celia y su suplente, Asier, en primer término.
  • Miles de personas observan el vuelo del Ángel.
  • Cambra, Terrén y Arregui visten a Celia y prueban el corsé
  • El Ángel se aproxima a la imagen para quitarle el luto.
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HAY que tener un talento especial para reconocer a los ángeles. Están esperando que alguien los descubra y les deje mostrar las alas. Mientras eso ocurre, como es el caso de Celia, van al cole, juegan con sus hermanos, comen chucherías y sueñan con bailar. Algo sospechaban Guillermo de Vega y Katia Pérez del secreto de su hija cuando la apuntaron para llevar a cabo el papel protagonista de la Bajada del Ángel, pero tuvo que ser un experto, Miguel Ángel Vallejo, el que los sacara totalmente de dudas. Celia había nacido para volar sobre la plaza Nueva de la capital ribera y acabar con el luto de la Semana Santa, en una ceremonia que ayer, después de cinco siglos, sigue tan clavada en las tripas de los tudelanos como para sacarlos de la cama al amanecer y convertirlos en un solo aplauso bajo una lluvia de Aleluyas.
Si los ángeles tienen nombre, Celia figura en la lista de querubines porque su actuación, de principio a fin, derrochó esa encantadora perfección que hace que, a pesar de las dudosas predicciones meteorológicas, a las nueve en punto de la mañana salga el sol en Tudela. Su voz de niña al anunciarle a la Virgen la resurrección de su hijo sonó tan clara como impecable fue su braceo en el aire y preciso su pulso para quitar, uno a uno, los alfileres que sujetan el velo negro que tapa el rostro de la imagen. "Alégrate, María porque tu hijo ha resucitado". El mensaje de Celia hizo que las miles de personas que esperaban la buena nueva rompieran con un aplauso sordo los nervios contenidos. Un año más, se cumplía la tracidición de la Bajada del Ángel.
PREPARATIVOS
El ritual del vestido y el corsé
"Si te duele algo, dilo ahora porque vas a estar mucho rato con esto puesto". Ana Mari Arregui, encargada de vestir a Celia junto a Goyo Terrén, Patxi Cambra y Alicia Navarro, advertía así a la niña al ajustarle el corsé que, posteriormente, la iba a sujetar a la maroma por la que desciende hasta llegar a la Virgen.
La operación, casi un ritual, se vivió como siempre en un espacio de cielo improvisado en el salón del hogar de los Vallejo-Arregui, en el que los ángeles que han ejercido como tales en años anteriores, arropan al nuevo miembro de la familia. Bromas, risas, llamadas al orden a los traviesos, aroma a café recién hecho y una tensión no resuelta hasta que todo ha llegado a buen fin. "A estos no les déis Aleluyas que hacen aviones con ellos", alertaba Vallejo ante una tropa de angelicosrevolucionados. "Asier, atento a todo que luego hay examen", recomendó al pequeño elegido suplente y que protagonizará la ceremonia el año que viene.
A los padres de Celia los nervios les mantuvieron prácticamente en silencio durante el proceso de transformación de su pequeña en Ángel. "Ha dormido de tirón y se ha levantado muy contenta. No se ha despertado en toda la noche y para las seis menos cuarto estaba en pie. Desayunar, poco", relató Katia Pérez, mientras coronaban a Celia y la peinaban, ya con el vestido de tisú beige y oro puesto. Todo estaba listo para salir hacia la Casa del Reloj, donde aguardaban cerradas todavía las puertas del templete que simula las puertas celestiales.
LA MISIÓN
Frente a frente con la imagen
Quizás por el cambio de hora, y pese al impresionante aspecto de la plaza Nueva, se notó menos afluencia de gente a la ceremonia. Lo que volvió a su cauce fue la puntualidad en la llegada de la imagen de la Virgen y la salida del Ángel del templete. Justo a las 9.00, se oyó el seco golpe de las puertas del cielo contra la fachada de la Casa del Reloj, y Celia, con una serenidad casi imposible en una niña de 7 años, empezó un vuelo de ballet en el aire. Avanzó gracias a la fuerza con la que miembros de la brigada movían el engranaje de polea que permite que el Ángel se deslice por la maroma que cruza la plaza de lado a lado, al mismo tiempo que los porteadores de la Virgen la llevaban en andas abriéndose camino entre la marea de rostros mirando al cielo. Cuando Celia y la Virgen se quedaron frente a frente, se detuvo el tiempo, se apagaron las voces, se paró la ciudad entera. Y entonces, llegó el mensaje que la pequeña tenía guardado desde que le fue encomendada la misión de quitarle la pena a la madre doliente. "Alégrate, María...".
Su regreso al templete fue tan pausado como había sido el camino de ida. Su padre, Guillermo, no mudó el gesto hasta que volvió a ver a la niña en pie, ya dentro de la Casa del Reloj. Ella volvió con la misma mirada de calma que había partido minutos antes. Sonríó y salió a la calle convertida otra vez en niña. Pero Celia, ya siempre, será nombre de Ángel.